El vaso, se llenó.

Por que lo de hoy, añade una gota mas para colmar el vaso y diría que ya esta colmado, he decidido informarme a raiz de la huelga que a habido hoy en el sector de la construcción sobre eso que llaman Convenio Colectivo

Ya tengo varias cosas que no se cumplen en el estatuto de los trabajadores y e imprimido el convenio colectivo del sector siderometalúrgico que es el que rige en mi contrato.

Y así a bote pronto ya he encontrado varios puntos incumplidos, y no son puntos pocos importantes si no que son bien grandes.
Ahora tengo que ir al dentista pero al volver si no a sido mucho, me pasare a comprar un rotulador para señalar eso que no se me cumple. Lo cual contare con la ley en la mano.

LUEGO ACABO

6 comentarios para “El vaso, se llenó.”

  • DESSLER:

    hola capitán planeta. No trabajarias más tranquilo si no le buscaras más los tres pies al gato. en los pueblo los contratos no se rigen por las leyes si no por las costumbre y por mucho q ponga en tu contrato se hace lo que la empresa quiera. aunque sea penoso, tu solo no puedes arreglar el mundo, se siente la vida en la comarca es así, y si quieres buscar más injusticia para los trabajadores vete a los tacos, las encontrarás a esportones.

  • Activista:

    Como dice un amigo mío en Lantejuela en particular, y en la comarca en general, si se hace lo que quiera con los trabajadores es porque no se quejan, no luchan y no hacen huelgas. Y si lo hacen, lo hacen de uno en uno y ya sabemos los resultados que eso trae. Pero que se quejen todos, verás como contra todos no pueden. Se viene diciendo desde hace más de 150 años: Obreros del mundo, uníos. La unión es la fuerza. Y luchar contra un patrón explotador nunca está mal, y no nos puede servir el consuelo de que otros están peor.

  • KbzA:

    mmmmmm, no pretendo que cambien nada, pero saber lo que me pueden reprochar y lo que no.

    Lógicamente, no are alusión al tema, pero ya veo por ejemplo en el tema de las dietas que no es tal y como firme, por hay puedo irme de malas sin que ellos digan que me he ido por que he querido.
    Trabajar tranquilo, yo trabajo y creo que hay quien lo sabe, no soy de los de echar el dia, pero cuando te percatas de la presencia en la penunbra de un gran sotano de alguien escondido en la sombra cruzado de brazos, piensas, «Confianza, franquismo, látigo», y eso no te hace sentir mejor trabajando.
    Ni el tener los buenos días, aunque me parece lógico por que si un fantasma que se esconde no dice nada, hasta que no tenga que dirijirte a ti para «comentarte» algo.
    Aunque imagino, que el por que de no decirme nada, lo saben y es que ultimamente ese respeto que le tienen la mayoría a que si lo huelen se callan por verguenza yo lo he perdido, y eso se a notado, que en sotano hoy no he callado ni un momento de hablar desde ingles, hasta diciendo capullas, con el delante. Mi abuelo tubo que aguantar a Franco y no pienso aguantar yo nada parecido por gusto, por que como dice doble v :

    Y cuando salgas muéstrales tus nalgas impolutas
    a esas putas porque no hay curro que valga esa pena.
    La pena es si es la cena y no un capricho tu problema,

    Y gracias a dios, no lo necesito para comer, si no para pagarme un capricho que yo eleji.

    Además, desde octubre comiendo en el suelo de las calles y obras, llega a ser desesperante.
    El tu no tienes jornada partida, pero algunos de tus compañeros si, tampoco lo es.
    Y dame una hora diaria gratis, todos los días, y no te apuntes las horas extras por que lo que haces es recojer.
    Esto hay que terminar, y si tienes dentista te fastidias, y si hay que venir sábado y domingo vienes.

    Vamos que no hay vida social, y eso es lo que ya me reventó, como os sentiríais si en el espacio el que este encima de todos vosotros, os dijera que por cojones, haríais lo que el dicte y ordene. JA JA.

    El convenio es muy bonito, y yo solo he mirado, dietas, vacaciones, extraordinarias, horarios, y alguna que otra cosilla.

    Ojala eso se cumpliera, pero como decís es imposible, y «lantejuela» ya no puede seguir entre otras cosas aguantando mientras su padre llega cerca las 23.00 todos los días a casa.

  • Activista:

    Ya sabes que tienes mi apoyo en lo que puedas necesitar.
    No hay libertad sin lucha.

  • Activista:

    Socio te dejo este artículo que te va gustar seguro
    Fuente: librexpresion

    Que trabajen ellos
    Mar, 12/06/2007 – 08:17 — antonioldm

    Eso de que el trabajo dignifica al hombre es un camelo como el sombrero de un picaor. Yo, que me siento más cercano a la izquierda, sector anarcoburgués, como diría Labordeta, cuando llega el Primero de Mayo me invade un sentimiento de enajenación que me impide tomarme en serio a mí mismo como obrero, cualificado y todo. El trabajo no es que dignifique al hombre, el trabajo lo que hace es reducirlo a engranaje industrial, a eslabón de la cadena productiva, a hormiga en el hormiguero, pero no el de Pablo Motos, que todavía tiene su aquél, sino el de Orwell, ya saben, Gran Hermano y por ahí. Y cuando hablo de trabajar no me estoy refiriendo a actividades de tipo artístico, música, literatura, pintura, cine. Me hacen mucha gracia esas folklóricas que en cuanto les ponen una cámara por delante, te sueltan con histrionismo:

    – ¡Nunca he hecho otra cosa que trabajar!

    ¿Trabajar? Flaubert escribía veinte horas diarias, pero, ¿trabajaba? Picasso agarraba el pincel después de hacer el amor (no, no me refiero a ese pincel), y pasaba la petite morte entre la inspiración y el esfuerzo artístico, que no tiene nada que ver con el trabajo. Decía Flaubert que la inspiración existe, pero tiene que llegar trabajando. ¿Trabajar? ¿Trabaja Nacho Vidal, por continuar en la onda de los grandes artistas? ¿Celia Blanco? Y no quiero entrar en el controvertido tema de la música, porque capaces son Ramoncín y Bautista de partirme la cara (¿se consideraría trabajo dar una paliza por dinero a alguien que te cae mal?).

    El trabajo es una maldición bíblica, al mismo nivel de la de “parirás a tus hijos con dolor”. Yo creo que la primera obligación del ser humano no es, como decía Marx, hacerse con el control de los medios de producción para llegar a la emancipación, sino que la emancipación llega en el momento en que interiorizas que el trabajo no es lo que siempre habías pensado, que no sólo no te hace más persona, sino que en realidad te aliena, te allana, te lima y encima te estropea el cutis y las manos. La emancipación llega cuando comprendes que tu obligación como ser humano es vivir sin pegar ni chapa, aunque el derecho a la pereza (Le droit à la paresse) ya lo defendía Paul Lafargue, yerno del propio Marx. Recuerdo una escena en contraposición a lo anterior: una mujer joven se acercó en una tienda de ropa a una señora, convencida de que se conocían, pero la señora no daba muestras de saber quién era, y entonces la chica insinuó que quizá habían coincidido en algún trabajo. La señora se escandalizó.

    – ¡Por favor! –dijo- Yo no he trabajado en mi vida.

    Al margen de la connotación clasista de la respuesta, que la tiene, lo cierto es que esa actitud de desdén hacia el trabajo la comparten aristócratas y vagabundos, que más o menos viene a ser lo mismo. Tengo dos amigos, hermanos gemelos, dignos de una película de Lars Von Triers que con 40 años, tampoco han trabajado nunca, y no es que sean ricos, ni muchísimo menos, es que desde el principio interiorizaron la mentira del sistema, y se niegan a participar. Se limitan a vivir. Viven. No frecuentan restaurantes, ni tiendas, ni museos, no leen periódicos ni utilizan internet. No me pregunten de dónde sacan para comer, vestir y pagarse sus vicios. Lo ignoro. Probablemente ellos tampoco lo sepan, ni les preocupe, y por eso han sido capaces de mantenerse a flote. No ven la realidad desde los planteamientos convencionales, es decir, no han creído nunca en la necesidad de trabajar. Estos hermanos aparecerán en alguna novela mía, pero ahora me interesa hablar del equilibrio, ese equilibrio en el que es difícil mantenerse, porque sólo un peldaño más abajo está la indigencia. Yo creo que sí es posible instalarse en la acracia, el descreimiento y la actitud diogenésica, yo creo que en el momento en el que comenzamos a dudar, en el momento en que nos planteamos que quizá sea necesario ese trabajo, entramos en la rueda, y quedamos atrapados en el sistema, como moscas incapaces de entender que son ellas mismas las que tejen la red con sus pensamientos (por supuesto, hablo desde un planteamiento individualista. Que no me crucifiquen los mileuristas obligados a trabajar para mantener a una extensa prole o pagar deudas).

    En mi colegio, los Maristas de Chamberí, nos inculcaban desde niños la idea del trabajo, y nos contaban para ello, entre otras infinitas parábolas, la de tres obreros colocando ladrillos. A los tres les preguntan qué hacen, y uno de ellos responde: “yo, ganarme el pan”. Otro: “estoy colocando estos ladrillos de forma armoniosa”. Y el tercero en discordia apostilla: “yo, construyo una hermosa catedral”. ¡Qué bonito y qué aleccionador! Es que los curas lo simbólico lo tienen muy estudiado. Luego todo se queda en símbolos, ya digo, porque contrariamente a lo que preconiza esa parábola, el trabajo, para ser considerado como tal, debe caracterizarse por la alienación del trabajador, o, dicho de otra manera, que el currante tiene que acabar de pringar hasta el escroto. Les pongo un ejemplo: los curas que desempeñan su oficio de forma mecánica, leyendo el pasaje correspondiente de la Biblia en la homilía, dando de comulgar con mano blanda y dormitando en el confesionario con el alzacuellos manchado de saliva, hacen carrera en la curia, pero los que se toman su labor en serio y construyen hermosas catedrales, y se entregan completamente, como Enrique de Castro, son considerados subversivos, peligrosos, teólogos de la liberación, rogelios sin futuro en la iglesia, y al final les chapan el chiringuito. O sea, que, paradójicamente, si quieres llegar a algo en alguna actividad, es mejor que esta nunca llegue a ser tu trabajo, porque siempre habrá quien dude de tus motivos.

    Estoy pensando ahora mismo en la iniciativa colectiva del Linux en la informática, un sistema desarrollado por millones de usuarios que trabajan colaborativamente y sin cobrar, y que han conseguido que dicho programa sea mucho más eficaz y seguro que el Windows (aunque eso tampoco es muy difícil). O en las organizaciones espontáneas de gente que desprecia los partidos políticos y las ONGs, y que luchan por reivindicaciones sociales o ecologistas sin ponerse siglas. La profesionalización lleva implícito el germen de la corrupción. El amateurismo es la mejor garantía de excelencia. Da lo mejor de ti mismo, pero nunca en el trabajo. El arte por el arte, el placer por el placer. Se folla siempre mejor con alguien que no te cobra al terminar.
    El trabajo te convierte en la contraportada del sistema, en el mecanismo en el que este se apoya para seguir funcionando, el trabajo es la siniestra y cruel artimaña por la cual el organismo que es, de hecho, nuestro parásito, se las apaña para dar la vuelta a la tortilla y convencernos de que somos nosotros los que vivimos de él, y lo exprimimos. No hay simbiosis en esa relación, hay sangre, sudor y esfuerzo, hay mentira y manipulación, hay espejismos y derrota, porque el trabajo es el fracaso del hombre y del arte, es el derrumbamiento de la filosofía, el cataclismo del placer. El trabajo es el demonio que todos llevamos dentro, ese íncubo cuyo objetivo es destruirnos como seres libres y reducirnos a robots, a esclavos, a alimento de las máquinas, como en Matrix. La filosofía del Ora et Labora, el concepto luterano- calvinista del trabajo, el ganarás el pan con el sudor de tu frente, han creado un mundo como el que tenemos hoy en día. ¿no va siendo hora ya de que cambiemos el chip?

  • DESSLER:

    CAPITÁN PLANETA, PERDÓN ANTES COGÍ EL NICK DE ALGUIEN. NO KERIA DECIR QUE EN EL TRABAJO TE TOCAS LAS PELOTAS. NI QUE TAMPOCO NO PUEDAS EXIGIR TUS DERECHOS, CON LO DE ANTES QUISE DECIRTE QUE HAY TRABAJOS MUCHOS MÁS INJUSTOS Y QUE AUNQUE TE REVELES SÓLO TE BUSCAS ENEMIGOS PQ TUS MISMOS COMPAÑEROS QUE ASIENTEN CON LA CABEZA CUANDO HABLAS VERDADES, TIRAN LA PIEDRA Y ESCONDEN LA MANO.

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